lunes, 18 de febrero de 2013



Williamsburg, Corazón artista de Brooklyn

Desde el primer momento que vi el barrio, supe que este lugar iba a ser mi preferido de New york. Y después vino la magia.

El barrio, la arquitectura, el movimiento, las personas encapsulan a unos de los lugares más importantes de la cultura hipster.
Llegamos con un plan, que era caminarlo. La primera vez que fuimos nos perdimos en el barrio polaco, turbio. Hasta que encontramos la famosa avenida Bedford, y empezamos a ver lo que habíamos ido a buscar.

Ferias, definitivamente es el lugar de las mejores. Pero, las prendas son de selección y los precios también.
Los locales de ropa de diseño adornan a lo largo y ancho la avenida, algunos con cosas que valen la pena y con precios bastante económicos.

Bares y restaurantes también para elegir, pero si tengo que recomendar hay un bar chiquito situado en medio de una galería bastante cool en donde encontras a las personas más extrañas y tienen una luz bien baja y casi tan cálida que no te deja salir.

El lugar se llama Verb café, y como antes dije está situado en esta galería que además tiene una librería muy recomendable en donde encontré a Cortázar, Borges y Roberto Arlt. Todos en ediciones en Ingles, invaluables. Yo por mi cuenta compre una gran edición de Rayuela para regalar y we love Glenda so much para mi pequeña pero incipiente colección.

Buen dato, esta libreria vende también libros usados y tiene una enorme mesa de libros en Sale.

Siguiendo con el recorrido, Williamsburg ofrece también una interesante paleta de galerías de arte, de esas independientes y modernas que nunca podes dejar pasar.

Y el té.

Creo comí uno de los mejores cake en mi vida. Tomar el té en este barrio es casi una obligación, las pastelerías son riquísimas y tienen gran variedad de sabores. Y si además andas viajando solo, es muy buen plan merienda y lectura mientras vez por la ventana a unos de los más maravillosos barrios del mundo. 

Brooklyn Bridge, otra pasada obligada si estas en el barrio.  Nosotras lo pasamos caminando y terminamos en Dumbo, un barrio del otro lado del río donde hay bastantes galerías de arte, la arquitectura es para fotografiar y donde esta el conocido parque Dumbo, que seguramente viste en varias escenas de películas.  Terminamos almorzando en un resto de comida Mexicana muy rico y seguimos caminando hasta la noche.

Acá se respira cultura, Williamsburg es un paso obligado por esta mágica ciudad.

































Salpicón

Hace tiempo que no paso por acá, pero hoy voy a dar un terrible salpicón de todo lo que paso en estos días.

Bueno la semana pasada, el domingo, fuimos a visitar a los tíos de Anto que viven en Manhasset, Long Island. Ellos, que son argentinos pero que viven en este país hace muchos años, nos esperaron con un menú bien argento, Picadita y ñoquis caseros. Fue mi mejor almuerzo en semanas.  Extrañaba Tanto la salsa casera.

Para llegar a este hermoso lugar, viajamos en tren. El recorrido fue maravilloso,  y el resto del día aun mejor!
Claudio y Alicia que son  esas dos hermosas personas que nos recibieron, nos atendieron como dos reinas, nos llevaron a  conocer el lugar y pasamos un día en familia, tan lindo que hasta nos sentimos en casa como un domingo cualquiera.

El día antes, que fue el de la Tormenta de nieve, fuimos a B.B. King club. Anto saco tickets para ver a la banda que fue de algún momento del legendario músico, pero se equivoco y terminamos viendo el show de Al kooper, tocaron unos clásicos de su música nacional y en general el show fue muy divertido. Cuando salimos del club, la calle estaba tapada de nieve y aprovechamos para sacarnos muchas fotos y jugar como dos niñas durante el camino a casa.

No debo pasar por alto tampoco, el día que como yankees que no somos fuimos a ver el Super Bowl y a tomar una cerveza a un bar cerca de casa. El Lugar era un mudo de personas y realmente viven el juego con un ritual, lo mismo que los Argentinos viendo un partido de fútbol un domingo. Todo fue mi lindo pero después de 3hs de juego y  al finalizar Beyonce su performance, nos fuimos a casa.

Esta semana fue bastante fría, por lo que, con Anto aprovechamos para adelantar nuestras respectivas lecturas en un Café literario que se llama Birch. Es un cálido lugar con una carta gourmet muy exquisita, biblioteca chiquita pero interesante y el Late café te lo sirven con dibujitos. La última vez que fuimos hasta vimos una obra de teatro en vivo y todo. De esos lugares entrañables donde no podes dejar de 
ir si venís a New York.

Otro recorrido que hicimos, fue un tour por el fashion district.  Fue durante la mañana, recorrimos edificios legendarios de esta actividad, talleres funcionando y También entramos al loby de las oficinas de varios importantes diseñadores, y hasta nos contaron que por el fashion week estaban trabajando ahí en ese momento, pero aunque soñábamos con ver a alguien, nunca paso, aunque nosotras ni nos imaginábamos a quien íbamos a tener la posibilidad de ver unos días después. El tour fue muy interesante, muy informativo, y termino como debía ser en un recorrido por el conocido y viejo Mood. 


En fin tengo muchas cosas más para contar, y prometo actualizar pronto!

A mis amigos y familia, los extraño horrores pero los veo pronto! 

Buena semana para todos!



















viernes, 1 de febrero de 2013


How I met my neighbor..


Sábado.  El sábado se presentaba tentador, unas leves muy leves ganas de salir existían aunque el frio se ocupaba de boicotearlas.
Cuando estábamos saliendo a las escaleras, un vecino se presenta y nos invita a un bar, invitación a la que accedimos por la evidente falta de un plan b. Además el tipo no tenía pinta de violador o asesino serial y la verdad valía la pena dejar que la ciudad nos sorprenda.

El muchacho en cuestión, Brett, nos lleva a un bar muy muy lindo, bastante hipster y con mucha buena onda, en medio del Soho. Nos reciben sus amigos que por cierto fueron muy cálidos. Para cierta hora de la noche ya éramos todos amigos, y nos encontramos bailando El matador de los fabulosos, cantado por uno de ellos que había vivido un tiempo en Argentina. Todo era risas, colores y flores hasta que se nos ocurrió salir a fumar a la vereda.

Y acá viene.

Mientras fumábamos el frio nos cortaba la piel, asiq nos metimos un poco en la entrada del edificio que continuaba al bar. Error. En ese momento una chica intenta meterse en este edificio y uno de estos nuevos amigos la invita a juntarse al grupo. 

Ella que se va a llamar Robin, en el medio de un sin fin de gestos y bajo la premisa de que sufría tal crisis de nervios por no haber entrado nunca a ese bar y por pensar que la gente la iba a detestar por ser la vecina, accedió a entrar. Mi realidad paralela, Robin venia de una fiesta muy fumada.

Entramos al bar, Robin estaba ida. Ida y vuelta.
Ya era un grupo de gente desconocida, pero aun así las rondas de tragos seguían y todos bailábamos con pasos muy raros. Robin salía y entraba cada dos segundos del bar, y en una de esas idas y vueltas sale con mi saco puesto. Yo pensé, va a volver. Doble Error.

Paso una hora y ni me saco ni Robín volvían. Salimos del bar, pensábamos en tocar todos los timbres del edificio hasta que atendiera alguien. No sé, yo quería mi saco y aun sin saber que en el bolsillo estaban mis llaves del depto., de las cuales existen dos juegos, dos juegos que se dividen en quienes viven en el depto., un juego que Anto nunca llevo al bar.

Salgo a la vereda y la veo con un perro en los brazos y hablando con alguien. La llamo le pregunto por mi saco, ella me dijo que no sabía, yo le pregunto otra vez pero ahora de forma intimidante, Ella me dijo que estaba en su casa. Subo a su depto, consigo mi saco, bajo por las escaleras y un tipo con un afro de tamaño piñata me pregunta donde vivía la chica del perro, creo que ni le conteste y me fui. Nos subimos a un taxy Brett, Anto y yo.

Cuando bajamos del auto y reconocimos una pizzería al lado de casa fue unánime la decisión de entrar. La pizza era del radio de una rueda de bicicleta rodado 28, Pero los tres estábamos plenos por esa certeza. Cuando llegamos a nuestro piso y obviamente quisimos entrar al depto. Fue cuando nos dimos cuenta de que nos faltaba la llave, y aunque la afirmación instantánea de que Robin era quien la poseía,  el problema existía aun y nosotras íbamos a dormir afuera.

Primero lo primero, decidimos comer la pizza en primeras instancias en el departamento del veci y caerle lo suficientemente bien en pocos segundos como para que nos deje dormir en su casa. Y así fue, Dormimos en el sillón de Brett.

A la mañana siguiente, nos despertamos y salimos rumbo al soho en busca de la llave. Era la primera vez que íbamos de día, y nos robo la atención por completo. Barrio hipster si los hay, todo era color de rosas en una ensalada en que se mezclaban hipsters, las casitas altas con esas escaleras típicas, Ardillas y lo mejor ferias americanas!

Con Anto estábamos preocupadas sí, pero nos pareció muy importante igual descubrir el Soho y después buscar las llaves, Y eso voy a remarcar, porque andábamos muy relajadas caminando buscando donde almorzar y jugando con las ardillitas en la plaza casi olvidándonos de cuál era el motivo de estar ahí.

Fuimos de Robin, subimos a su casa otra vez y agradecí que se acordara de nuestras caras. Casi despidiéndonos sin haber encontrado la llave le pregunto si las había buscado en el saco, se fija no la encuentra y no sé porque mira su cartera otra vez y encuentra LAS LLAVES!!!!!!!!!!  Nos abrazamos las tres, fue casi como gritar un gol.

Nos fuimos de feria, Almorzamos en Mc Donalds y hasta nos trataron de prostitutas entrando al subte, pero esa es otra historia y la contare luego. Ciudad bizarra si las hay, pero nadie podría esperar algo diferente de ella y creo que por eso, porque lo inesperado espera a la vuelta de la esquina, amamos tanto a New York.

Pd.: Les debo las fotos pero pronto volveré al barrio y sacare millones!



domingo, 20 de enero de 2013

La bella Vita...



Camino para china town (una pasada de compras que nadie puede evitar) saliendo del subte, nos encontramos con el World Trade Center, que es el espacio donde decoraban las torres gemelas esta maravillosa ciudad. Un aire místico cubre esa zona, es casi impalpable, pero se siente, lo juro. Justo enfrente se encuentra una particular Iglesia, que no determiné debido a mi rústico Inglés su procedencia, pero que tal parecía de estilo georgiano. El dato revelación es que, en su entrada se encuentra un cementerio que data del año 1766 y si así no lo creyeran, el estado de las lápidas puede fácilmente contar la misma historia. Durante el atentado del 11 de septiembre y en sus días posteriores esta iglesia funcionó como centro de atención a las víctimas, pero principalmente a los bomberos, policías o cualquier tipo de rescatistas que trabajaron durante días en el lugar. Por eso, actualmente, es un especie de museo en donde se pueden encontrar desde cartas de agradecimiento, fotos de personas buscadas  durante el atentado que formaran luego una especie de altar, intervenciones a modo de recreación de sectores de atención médica y al final un traje de un bombero con una placa a su lado que particularmente fue tan importante rememorar aunque no sepamos esa historia. Se me ocurría una sola premisa, el mundo necesita más tolerancia.

Salimos. Fuimos directamente a cual habría sido en primeras nuestro principal destino, el China Town. Barrio típico si los hay, mezcla rara entre nuestro Once y nuestro Barrio chino.
Para comprar souvenirs es El lugar. Todo es más barato y es ofensa el no regatear precios. Bárbaro.

La cantidad de marcas truchas es abominable pero se compensa con los típicos souvenires yankees que vale la pena llevarte.

Nosotras y el apetito. Esto va a ser muy reiterativo en este blog. Decidimos almorzar en Little Italy, en donde sin haber decidido el lugar pero caminando para encontrarlo, un Italiano dio fin a nuestra búsqueda y casi obligadamente nos metió en su restaurant. El menú era interesante sí, pero no difería de los demás, el tema era que en este lugar el vino era gratis y ese anzuelo fue excelente para atraparnos.

Entramos. El menú fue casi predecible, milanesas a la napolitana pero con pasta. Nos van a sobrar kilos a la vuelta, pero quién nos quita lo bailado? Rico no, majestuoso.
 Y el vino.
Era la segunda copa de un vino malbec italiano y Anto se reía casi como gritando. Por mi parte, mi cara se tornaba cada vez más rojiza y no era por el calor. Eso éramos, dos borrachas en un restoraurante Italiano al segundo día de llegar. ¡Qué bien nos sentaba ese pedazo de tierra Italiana!

El tiempo paso, y nuestro almuerzo que fue tipo 4 de la tarde se transformo en la cena típica de los lugareños.
En eso, entre la genta que iba entrando para cenar, nos invitaron a compartir en la barra alguna otra copa. Esto ya se pasaba de castaño claro a castaño oscuro y a juzgar por la manera en que Anto camino hacia el baño determinamos irnos.

Emprendimos la vuelta, en ese tan entrañable subway. Ya no hubo tiempo para compras, pero el plan resultó mucho mejor. Nos sentamos en el subte, no hablábamos, casi no coordinábamos el cuerpo y por eso no emitíamos sonidos. Nos reposamos en nuestros hombros, y así cuando el subte nos aviso bajamos y volvimos a nuestro hogar.

Salimos de esa cueva subterránea y las luces de la ciudad nos volvieron a iluminar la mirada. Era nuestra primer borrachera en la ciudad, y definitivamente no la única. Salud!