sábado, 19 de enero de 2013

Ladies and gentlemen, this is your captain speaking, welcome to New York.


Como explicar todo lo que sentí en esa sola frase. Mi primera vez en Nueva York, mi primer viaje tan lejos de casa, mi primer tilde a un par de sueños escrito alguna vez en una libreta cuando tenía 12 años y que hoy con 24 iba a poder cumplir.

Ansiedad es un poco, quería evitar todo tipo de aduanas, migraciones y salir de ese aeropuerto para poder ver, sentir y oler la ciudad.

Nostalgia, otro tanto, No había puesto un pie en la ciudad y ya sentía cuanto extrañaba a mi gente y cuanto quería compartir esto con ellos.

Miedo, no, casi nada.                                     

Alegría, no dejaba de preguntarme si alguien alguna vez había explotado de tanta.

En fin, creo que esto no es algo que pueda transcribir, pero la sensación fue nueva y hermosa casi tanto que podría seguir experimentándola por siempre.

Bajamos, salimos y un taxi nos llevo a destino. Claro no todo era perfecto, tuvimos que esperar un poco más de tres hs. para poder ir a retirar la llave de lo que seria nuestra casa, y decidí llamarla así desde el principio como una buena forma de sentirla más mía, más acogedora y mas hogar.
Habían pasados minutos, el taxi nunca llegaba  la ciudad y yo veía todo por las ventanillas deseando bajarme y caminar por mi cuenta. Llegamos, el frio era definitivamente frio, solo que el clima para mí era parte del increíble paisaje.

Y ahí estábamos, dos locas con mil valijas y bolsos colgando, caminando como podíamos causando disturbios en las veredas de la ciudad, riéndonos por todo, brotando energía y hasta bailando de felicidad.
Almorzamos, nos deleitamos con esa comida japonesa típica del mundo ya. Entramos en calor, la ciudad nos miraba, y nosotras cargadas y con frio, pero muriendo de ganas de instalarnos de una vez y poder salir. El restaurante japonés se fue llenando de gente esperando mesas y nostras sintiéndonos culpables, decidimos cambiar el té de sobremesa por uno de Starbucks tan típico de Manhattan.

Otra vez el lio, Dos cuadras, tres valijas, dos bolsos, Cateras y dos mujeres saliendo al frio otra vez. Así envueltas en ese equipaje de mudanza entramos al café, la entrada fue nupcial, se nos caían las cosas, avanzábamos casi por desplazamiento pero nosotras firmes a nuestras personalidades no parábamos de reírnos. 
En ese momento cuando logramos armar en un sector una obra de arte moderna dedicada a los viajeros, y me pude sentar, en ese momento con una voz muy familiar se acerca un hombre y me dice; - No hay caso, los Argentinos son ruidosos en cualquier parte del mundo. Bienvenida!-

Y así, casi sin querer y siendo la primera persona que estaba hablando en español, me sentí en casa. Pero esta casa era la que más me gustaba de todas. *











3 comentarios:

  1. Me encantó! No quiero perderme ningún capítulo de estas crónicas!

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  2. hermoso! hermoso!!! soy testigo que en tu infancia.. en casa de tía Deli dijiste que tu sueño era pasar un invierno en NY!!!! me encanta que lo estés haciendo...!!!! love youuuu so much!
    MAIUUUU

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