viernes, 1 de febrero de 2013


How I met my neighbor..


Sábado.  El sábado se presentaba tentador, unas leves muy leves ganas de salir existían aunque el frio se ocupaba de boicotearlas.
Cuando estábamos saliendo a las escaleras, un vecino se presenta y nos invita a un bar, invitación a la que accedimos por la evidente falta de un plan b. Además el tipo no tenía pinta de violador o asesino serial y la verdad valía la pena dejar que la ciudad nos sorprenda.

El muchacho en cuestión, Brett, nos lleva a un bar muy muy lindo, bastante hipster y con mucha buena onda, en medio del Soho. Nos reciben sus amigos que por cierto fueron muy cálidos. Para cierta hora de la noche ya éramos todos amigos, y nos encontramos bailando El matador de los fabulosos, cantado por uno de ellos que había vivido un tiempo en Argentina. Todo era risas, colores y flores hasta que se nos ocurrió salir a fumar a la vereda.

Y acá viene.

Mientras fumábamos el frio nos cortaba la piel, asiq nos metimos un poco en la entrada del edificio que continuaba al bar. Error. En ese momento una chica intenta meterse en este edificio y uno de estos nuevos amigos la invita a juntarse al grupo. 

Ella que se va a llamar Robin, en el medio de un sin fin de gestos y bajo la premisa de que sufría tal crisis de nervios por no haber entrado nunca a ese bar y por pensar que la gente la iba a detestar por ser la vecina, accedió a entrar. Mi realidad paralela, Robin venia de una fiesta muy fumada.

Entramos al bar, Robin estaba ida. Ida y vuelta.
Ya era un grupo de gente desconocida, pero aun así las rondas de tragos seguían y todos bailábamos con pasos muy raros. Robin salía y entraba cada dos segundos del bar, y en una de esas idas y vueltas sale con mi saco puesto. Yo pensé, va a volver. Doble Error.

Paso una hora y ni me saco ni Robín volvían. Salimos del bar, pensábamos en tocar todos los timbres del edificio hasta que atendiera alguien. No sé, yo quería mi saco y aun sin saber que en el bolsillo estaban mis llaves del depto., de las cuales existen dos juegos, dos juegos que se dividen en quienes viven en el depto., un juego que Anto nunca llevo al bar.

Salgo a la vereda y la veo con un perro en los brazos y hablando con alguien. La llamo le pregunto por mi saco, ella me dijo que no sabía, yo le pregunto otra vez pero ahora de forma intimidante, Ella me dijo que estaba en su casa. Subo a su depto, consigo mi saco, bajo por las escaleras y un tipo con un afro de tamaño piñata me pregunta donde vivía la chica del perro, creo que ni le conteste y me fui. Nos subimos a un taxy Brett, Anto y yo.

Cuando bajamos del auto y reconocimos una pizzería al lado de casa fue unánime la decisión de entrar. La pizza era del radio de una rueda de bicicleta rodado 28, Pero los tres estábamos plenos por esa certeza. Cuando llegamos a nuestro piso y obviamente quisimos entrar al depto. Fue cuando nos dimos cuenta de que nos faltaba la llave, y aunque la afirmación instantánea de que Robin era quien la poseía,  el problema existía aun y nosotras íbamos a dormir afuera.

Primero lo primero, decidimos comer la pizza en primeras instancias en el departamento del veci y caerle lo suficientemente bien en pocos segundos como para que nos deje dormir en su casa. Y así fue, Dormimos en el sillón de Brett.

A la mañana siguiente, nos despertamos y salimos rumbo al soho en busca de la llave. Era la primera vez que íbamos de día, y nos robo la atención por completo. Barrio hipster si los hay, todo era color de rosas en una ensalada en que se mezclaban hipsters, las casitas altas con esas escaleras típicas, Ardillas y lo mejor ferias americanas!

Con Anto estábamos preocupadas sí, pero nos pareció muy importante igual descubrir el Soho y después buscar las llaves, Y eso voy a remarcar, porque andábamos muy relajadas caminando buscando donde almorzar y jugando con las ardillitas en la plaza casi olvidándonos de cuál era el motivo de estar ahí.

Fuimos de Robin, subimos a su casa otra vez y agradecí que se acordara de nuestras caras. Casi despidiéndonos sin haber encontrado la llave le pregunto si las había buscado en el saco, se fija no la encuentra y no sé porque mira su cartera otra vez y encuentra LAS LLAVES!!!!!!!!!!  Nos abrazamos las tres, fue casi como gritar un gol.

Nos fuimos de feria, Almorzamos en Mc Donalds y hasta nos trataron de prostitutas entrando al subte, pero esa es otra historia y la contare luego. Ciudad bizarra si las hay, pero nadie podría esperar algo diferente de ella y creo que por eso, porque lo inesperado espera a la vuelta de la esquina, amamos tanto a New York.

Pd.: Les debo las fotos pero pronto volveré al barrio y sacare millones!



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