How I met my
neighbor..
Sábado. El sábado se presentaba tentador, unas leves
muy leves ganas de salir existían aunque el frio se ocupaba de boicotearlas.
Cuando estábamos saliendo a las
escaleras, un vecino se presenta y nos invita a un bar, invitación a la que
accedimos por la evidente falta de un plan b. Además el tipo no tenía pinta de
violador o asesino serial y la verdad valía la pena dejar que la ciudad nos
sorprenda.
El muchacho en cuestión, Brett, nos
lleva a un bar muy muy lindo, bastante hipster y con mucha buena onda, en medio
del Soho. Nos reciben sus amigos que por cierto fueron muy cálidos. Para cierta
hora de la noche ya éramos todos amigos, y nos encontramos bailando El matador
de los fabulosos, cantado por uno de ellos que había vivido un tiempo en
Argentina. Todo era risas, colores y flores hasta que se nos ocurrió salir a
fumar a la vereda.
Y acá viene.
Mientras fumábamos el frio nos
cortaba la piel, asiq nos metimos un poco en la entrada del edificio que
continuaba al bar. Error. En ese momento una chica intenta meterse en este
edificio y uno de estos nuevos amigos la invita a juntarse al grupo.
Ella que
se va a llamar Robin, en el medio de un sin fin de gestos y bajo la premisa de
que sufría tal crisis de nervios por no haber entrado nunca a ese bar y por
pensar que la gente la iba a detestar por ser la vecina, accedió a entrar. Mi
realidad paralela, Robin venia de una fiesta muy fumada.
Entramos al bar, Robin estaba ida.
Ida y vuelta.
Ya era un grupo de gente desconocida,
pero aun así las rondas de tragos seguían y todos bailábamos con pasos muy
raros. Robin salía y entraba cada dos segundos del bar, y en una de esas idas y
vueltas sale con mi saco puesto. Yo pensé, va a volver. Doble Error.
Paso una hora y ni me saco ni Robín
volvían. Salimos del bar, pensábamos en tocar todos los timbres del edificio
hasta que atendiera alguien. No sé, yo quería mi saco y aun sin saber que en el
bolsillo estaban mis llaves del depto., de las cuales existen dos juegos, dos
juegos que se dividen en quienes viven en el depto., un juego que Anto nunca
llevo al bar.
Salgo a la vereda y la veo con un
perro en los brazos y hablando con alguien. La llamo le pregunto por mi saco,
ella me dijo que no sabía, yo le pregunto otra vez pero ahora de forma intimidante,
Ella me dijo que estaba en su casa. Subo a su depto, consigo mi saco, bajo por las
escaleras y un tipo con un afro de tamaño piñata me pregunta donde vivía la
chica del perro, creo que ni le conteste y me fui. Nos subimos a un taxy Brett,
Anto y yo.
Cuando bajamos del auto y reconocimos
una pizzería al lado de casa fue unánime la decisión de entrar. La pizza era
del radio de una rueda de bicicleta rodado 28, Pero los tres estábamos plenos
por esa certeza. Cuando llegamos a nuestro piso y obviamente quisimos entrar al
depto. Fue cuando nos dimos cuenta de que nos faltaba la llave, y aunque la
afirmación instantánea de que Robin era quien la poseía, el problema existía aun y nosotras íbamos a
dormir afuera.
Primero lo primero, decidimos comer
la pizza en primeras instancias en el departamento del veci y caerle lo
suficientemente bien en pocos segundos como para que nos deje dormir en su
casa. Y así fue, Dormimos en el sillón de Brett.
A la mañana siguiente, nos
despertamos y salimos rumbo al soho en busca de la llave. Era la primera vez
que íbamos de día, y nos robo la atención por completo. Barrio hipster si los
hay, todo era color de rosas en una ensalada en que se mezclaban hipsters, las
casitas altas con esas escaleras típicas, Ardillas y lo mejor ferias
americanas!
Con Anto estábamos preocupadas sí,
pero nos pareció muy importante igual descubrir el Soho y después buscar las
llaves, Y eso voy a remarcar, porque andábamos muy relajadas caminando buscando
donde almorzar y jugando con las ardillitas en la plaza casi olvidándonos de cuál
era el motivo de estar ahí.
Fuimos de Robin, subimos a su casa
otra vez y agradecí que se acordara de nuestras caras. Casi despidiéndonos sin
haber encontrado la llave le pregunto si las había buscado en el saco, se fija
no la encuentra y no sé porque mira su cartera otra vez y encuentra LAS LLAVES!!!!!!!!!! Nos abrazamos las tres, fue casi como gritar
un gol.
Nos fuimos de feria, Almorzamos en Mc
Donalds y hasta nos trataron de prostitutas entrando al subte, pero esa es otra
historia y la contare luego. Ciudad bizarra si las hay, pero nadie podría esperar
algo diferente de ella y creo que por eso, porque lo inesperado espera a la
vuelta de la esquina, amamos tanto a New York.
Pd.: Les debo las fotos pero pronto volveré
al barrio y sacare millones!
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